Aún de resaca me siento ante el ordenador, aún contento. La alegría de ayer, la alegría colectiva de toda la gente que quería que el equipo ganara, que salió a la calle a celebrarlo, merece la pena. No sé si el PIB va a subir gracias a la victoria pero tampoco me importa. Conseguir que las caras de felicidad que ví ayer por la noche es un logro histórico en este país sumido en una crisis inacabada.
Anoche no me importaban ni los gritos de "soy español", ni los vivas a españa, ni nada. Celebramos el gol una y otra vez, en cada repetición. Cantamos el "we are the champions" todas las veces que hizo falta, nos abrazamos con cada gol de futbolín que metimos después, como si los hubiera marcado ese fantasma de Albacete, ese tipo tan grande que es Andrés Iniesta, el autor de los goles más agónicos que he visto.
Pd.- Oeé, oeoeoe, oeeé, oé. En la foto Alejandro Finisterre, inventor del futbolín.
lunes, 12 de julio de 2010
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